¡Neuronas para tu Finde!
Sabiduría científica para inspirar y crecer tu mente. Porque sólo cuando crece tu Mente, crece tu Empresa.
Durante muchos años he escuchado a inversionistas estar en búsqueda de founders con “mentalidad ganadora”. “Founders que tengan algo que probar. Que tengan hambre, que siempre busquen la forma de vencer. Que metan su propia piel en el juego.” Los buscan como quien sueña ver una veta de esmeraldas en la montaña y, el día que medio les brilla, la abrazan y le invierten con el corazón.
Tiene lógica: esos founders se obsesionan depositando su vida entera en la empresa, casi hipotecando sus vidas. Por eso suelen ser recios y determinados casi hasta un punto anormal. No es mentira. He visto a muchos con esa mentalidad, crecer y hacer millones. Pareciera que es esa mentalidad de ganador empecinado lo que obligatoriamente se necesita para llevar una compañía al crecimiento acelerado y a su posterior éxito estratégico y financiero.
Pero no. Resulta que no. Esa no es la verdadera mentalidad ganadora. Y esa no es exactamente la mentalidad ganadora que se necesita para “ganar”. Sí que se necesita parte de ella: lo recio, la determinación, la disciplina, la fuerza. Pero uno de los hallazgos más reveladores que he tenido en los últimos tiempos es que esos founders obsesivos que devoran como si sufrieran de un hambre profunda de éxito, en realidad son un peligro para sí mismos, para la propia compañía, y para los mismos inversionistas.
LA MENTALIDAD GANADORA EQUIVOCADA
He estado cerca de esos founders y lo que puedo afirmar es que en realidad hacen de la compañía un juego de perder o morir para su ego. Luchan a diario como si fuera una batalla bélica y sangrienta, porque necesitan probarle a su ego y al mundo, que tienen razón y que pueden lograrlo, no importa qué. Esos founders no necesariamente tienen predestinado el fracaso; muchos tocan el éxito y lo viven por años, o por siempre. Pero la mayoría no. Y los que no, caen estrepitosamente. Dolorosamente. Porque su ego termina destrozado en el piso, hecho trizas, y les cuesta demasiado dolor recogerlo y abrazarlo para reanimarlo o rearmarlo.
Esos founders no sólo tienen ese problema, sino que producen otros: sus decisiones suelen ser más dictatoriales, a pesar de que se escuden en el “propósito superior” o en el “por qué” que los libros le indican que defina. Pero como ese propósito no resulta ser más que una máscara medio inútil que obvian a diario, toman decisiones, más que para resolver genuinamente un problema, para proteger sus intereses inconscientes egoístas. Así terminan llevando, poco a poco, la compañía al abismo. Es la misma razón por la cual rara vez es exitoso en los negocios quien arma una empresa para volverse millonario.
El fondo de ese embrollo tiene que ver con un concepto que los psicólogos del comportamiento saben desde hace mucho tiempo: la motivación extrínseca e intrínseca. Quien se ve motivado por algo externo, como dinero, una recompensa, probar a los demás un punto, fama, belleza y similares, obtiene una fuerza motivacional muy inferior a aquellos que se ven motivados por una fuerza interior nacida desde la convicción de una causa o propósito genuino, que aman y quieren honrar. Se han hecho muchos experimentos que lo prueban; con adultos e incluso con niños. Y una y otra vez se demuestra que quienes actúan dirigidos por una motivación intrínseca, llegan más lejos, ganan más dinero. No sólo eso. Viven con mayor satisfacción; o felicidad, que llaman.
LA VERDADERA MENTALIDAD GANADORA
De modo que la verdadera mentalidad ganadora no es la del Rambo que batalla sin parar y obsesivamente aunque deba morir en la arena. No. La verdadera mentalidad ganadora es la de aquel que se ve impulsado a diario, casi sin saberlo muchas veces, a desatar la energía de su cuerpo y su mente para trabajar por una causa que ha decidido amar de verdad; que le inspira y le regocija.
Ya que tienes la fórmula frente a tus narices, pareciera ahora simple lograrlo. Pero no. Para nada. Y no es fácil porque nuestro sistema educativo y social no nos enseña a identificar y vivir por un propósito. Nos enseña a perseguir la motivación extrínseca: un “buen” trabajo, una carrera que dé dinero, fama, belleza, aparecer en las portadas de las revistas. De modo que la gran mayoría vivimos desorientados y frustrados, porque nuestra mente ha sido configurada para perseguir lo equivocado. Nuestro sistema educativo ha sido diseñado para alimentar la voracidad del ego.
He ahí la clave del éxito. Más que eso. La clave de la vida. Porque tras la verdadera mentalidad ganadora está el secreto de todo. De vivir en paz, de crear familias felices y fuertes, y de construir imperios.
¡Buen finde!