¡Neuronas para tu Finde!
Sabiduría científica para inspirar y crecer tu mente. Porque sólo cuando crece tu Mente, crece tu Empresa.
Comentaba en un artículo de hace pocos días que es verdad que las empresas deben crear una serie de condiciones para maximizar la satisfacción del empleado. Que ahora la tendencia es la de crear una cultura que impulse la felicidad, el trabajo efectivo, sinérgico, armonioso y productivo, entre otras cosas, por medio de experiencias satisfactorias y sorprendentes. El EX, que llaman (employee experience). Además porque hay un sinnúmero de estudios que muestran que la satisfacción de los empleados es bastante baja en todo el mundo, y prueba de ello es un estudio patrocinado por HP (Work Relationship Index) que encuestó a más de 15 mil personas en 12 países, en el que sólo el 27% de los empleados del conocimiento registró que actualmente tiene una relación saludable con su trabajo. Y no sólo por eso, sino porque la satisfacción del empleado está linealmente correlacionada con la satisfacción de los cliente y hasta con los resultados financieros de la compañía. O sea, para todos es un excelente negocio que los colaboradores estén felices y satisfechos. Ver artículo anterior.
Es evidente que a las empresas nos falta mucho por hacer para que los colaboradores ganen en sentido de pertenencia, en felicidad y en cien variables más. No se puede desconocer. Pero insisto que esa explicación no es del todo satisfactoria. Y vuelvo a tocar el tema hoy porque quiero reforzar mis hallazgos y reflexiones al respecto.
LA INSATISFACCIÓN VIRALIZADA
Suelo ver en redes sociales cómo las publicaciones que retratan al “mal jefe” se viralizan fervorosamente. Igualmente, las que indican cómo liderar a un buen equipo indicando lo que no se debe hacer y lo que se debe hacer, las que insinúan que se renuncia es al “mal jefe” y no a una mala empresa, y muchas otras que hablan de las condiciones que debería tener una compañía para que los empleados sean felices. Esa viralidad impetuosa que obtienen esas publicaciones es probablemente mayor a la viralidad que obtiene cualquier otro tema en redes, lo que no hace más que ratificar el dolor oculto pero vivo que bulle dentro de los empleados del mundo. Si no es dolor, al menos es una tácita insatisfacción.
PERO… ¿Y SI EL PROBLEMA ERES TÚ?
Lo que quiero hacer es despertar consciencia hacia algo: aunque los “malos” jefes existen, las empresas con malas condiciones existen, y aunque a la gran mayoría de las organizaciones nos falta crear condiciones más apropiadas y entusiastas para la felicidad y satisfacción en el trabajo, la generalización de la insatisfacción nos sugiere que el problema también está en la fuerza laboral. En el empleado.
Más específicamente, lo que hemos podido descubrir por medio de nuestros estudios, es que parte de la insatisfacción con el trabajo ocurre por una incongruencia entre los valores, deseos y vocación de la persona (empleado), con su carrera profesional y con su trabajo actual. Esta incoherencia comienza desde que escogemos nuestra carrera profesional porque ésta nos enseña CÓMO ejecutar una técnica, unas tareas propias de un área profesional (o técnica) en particular (finanzas, marketing, negocios, ingeniería…) pero no nos orienta hacia el cumplimiento de un PROPÓSITO de vida. Y es ahí donde considero que está el gran problema.
Por ejemplo, si estudiaste negocios, aprendiste acerca de administrar empresas, pero cuando te graduaste y empezaste a trabajar, muy probablemente ignorabas el PROPÓSITO que querías cumplir en la vida. El tema es que el Propósito no tiene que ver con crecer empresas y volverlas rentables, o con crecer sus ventas, o con saber comprar otras, o con querer tener una vida digna o con mantener dignamente a tu familia. No. Eso es poner el propósito en algo ‘externo’ y no en ti mismo, y por tanto no es un Propósito legítimo. El Propósito es una acción superior que tiene que ver con un aporte que tú le quieres dar al mundo, y muchas veces por medio de una acción profesional; pero no es una acción profesional per sé. Por ejemplo, el mío no es el de hacer crecer empresas por medio de la comprensión del consumidor, ya que eso es marketing puro y es investigación de mercados y del comportamiento pura. Mi Propósito, en cambio, es el de educar, capacitar, guiar e inspirar a personas y empresas para que eleven sus resultados mientras disfrutan cumpliendo sus sueños y metas máximas. ¿Y cómo lo haré? Por medio de la divulgación de ideas, métodos y técnicas que nacen de aprendizajes e investigaciones científicas, y que se transforman en contenido útil, sorprendente, digerible y creativo.
Esto hace una gran diferencia porque si me quedara únicamente con lo que me dio mi carrera, pensaría que mi destino es hacer investigación de mercados dentro de un departamento en una empresa importante. Pero no. Ahí no sería del todo feliz porque mi Propósito tiene otros componentes adicionales. Me sentiría maniatado si me limitara a estudiar personas para únicamente maximizar los resultados de una compañía. A mí personalmente lo que me inspira es hacer descubrimientos inéditos que ayuden a que la humanidad sea mejor y viva un poquito más plena. Sí, eso también significa que ayudo a que las empresas crezcan y sean más rentables, pero trato de hacerlo inspirando, educando e inspirando a las personas por un camino diferenciado.
Y creo que justo eso es lo que le pasa a una buena parte de los empleados del mundo: viven una incoherencia (desconocida para ellos) entre lo que estudiaron, lo que hacen en sus trabajos, y lo que sienten inconscientemente que debería ser su Propósito de vida. El problema es que generalmente, ese Propósito es, como acabo de decir, desconocido para ellos porque reside en el inconsciente y/o porque no lo han sabido ‘aterrizar’. En buena medida, porque las carreras profesionales nos enseñaron fueron técnicas de CÓMO hacer algo, pero no esclarecieron el QUÉ hacer y el POR QUÉ.
Por eso es que, aunque muchas empresas implementen todos los programas de experiencia posibles, los más creativos, los mejor coordinados… de todos modos quedará una buena porción de empleados que indicará que su trabajo no les llena del todo. En la falta de conexión con sus valores y vocación, es donde puede estar la respuesta.
EL PROBLEMA EN REALIDAD ES DEL SISTEMA EDUCATIVO
De lo anterior puedes intuir entonces que el problema no es propiamente del empleado en sí, sino del sistema educativo. Y sí. Considero que es así porque éste está pensado para implantarnos un falso Propósito (acerca cómo desempeñar un oficio o conjunto de tareas de un área en particular) pero ignora que, en sí mismo, eso no llena el alma. De modo que la inmensa mayoría andamos por el mundo perdidos, trabajando porque nos toca para vivir, pero no porque sea nuestro combustible vital.
El tema es que el sistema educativo no gana nada tratando de orientar el descubrimiento del Propósito antes de que la persona empiece a estudiar, entre otras cosas porque ese descubrimiento no se suele producir a los 20 años sino bastante después (cuando ya has explorado más el mundo y tus curiosidades). Sin embargo, lo que sí podría hacer, es incluir unas mentorías orientadoras obligatorias que inspiren esa búsqueda y le den alas. Si todos nos embarcáramos en ellas, con toda seguridad, la viralidad de los posts alusivos a los “malos” jefes menguaría, les echaríamos menos la culpa de lo que nos pasa y, en vez de ello, analizaríamos más lo que sentimos en nuestro interior para encontrar las verdaderas causas de lo que nos ocurre. (De paso… es cierto que habría menos “malos” jefes amargados).
¡Con toda, y feliz finde!