3 Secretos Para Tomar Decisiones Difíciles Basados en Ciencia

¡Neuronas para tu Finde!

Sabiduría científica para inspirar y crecer tu mente. Porque sólo cuando crece tu Mente, crece tu Empresa.

3 Secretos Para Tomar Decisiones Difíciles Basados en Ciencia

Seas de las personas que toma decisiones bien rápido sin ponerle demasiado cerebro, o de esas, como yo, que le gusta analizarle hasta el apellido a las alternativas visibles y también a las invisibles, esto es para ti. Porque no hay nada que más pueda torturar que tomar una decisión difícil. De modo que, como parte de la preparación de mi libro, me tomé el trabajo de investigar cómo tomar mejores decisiones difíciles, lo que me ha permitido traerte hoy un delicioso destilado con las ideas más importantes y provocativas, basadas en ciencia, en investigaciones y personas que se han dedicado a este tema por años.

1. Antes de recurrir a la intuición, primero mira si los datos y la información objetiva te pueden mostrar el camino:
Esto aplica para todo en la vida, pero aún más cuando hablamos de decisiones empresariales. En estas es hasta más importante recabar datos e información objetiva que ayuden a tomar la decisión más conveniente (o digamos que, en las empresariales es más sensible porque se involucra siempre dinero y sueles tener disponible más datos). Pero no se necesita tener toda la data que uno quisiera. De hecho, casi siempre es imposible e ineficiente. Por eso Jeff Bezos ha sugerido que tomar decisiones con el 70% de la información necesaria, es suficiente.

El punto es que la ciencia demuestra que, en un escenario en el que se tiene información suficiente que incline la balanza hacia una decisión en particular, ésta tendrá más probabilidades de resultar favorable que una basada en nuestro sentido común o instinto. Como dice Eric Bonabeau en su artículo de Harvard Business Review: “El hecho desafortunado que preferiríamos no admitirnos a nosotros mismos, es el siguiente: Por cada ejemplo de una gran decisión intuitiva, existe un ejemplo opuesto que ilustra una decisión terrible.”

Esto es tan cierto que ya es posible ver una relación entre el crecimiento de las empresas y la cantidad de data que pueden obtener y analizar de sus clientes. Entre más puedan saber qué quieren y mejor puedan analizarlo, mejor podrán satisfacer sus deseos por medio de ajustes a productos y lanzamiento de nuevos que terminen en éxito. Es el mantra de las empresas tecnológicas que, a hoy, son las que más crecen. Es a lo que lleva el gran avance del big data y la inteligencia artificial. Casi que toda decisión que toman, se basa en data.

Sin embargo, son más las veces que no tenemos información objetiva suficiente, y por eso terminamos cayendo en los brazos de la subjetividad. Principalmente, en nuestras vidas personales. De manera que no nos queda otra alternativa: más nos vale afinar y entrenar nuestra intuición.

2. Mejorando las decisiones emocionales:
Como ponerle pálpito a las decisiones nos parece medio astrológico, el nervio nos puede, obligándonos a intentar considerar, calibrar y ponderar todas las variables habidas y por haber que nos ayuden a tomar la decisión correcta. Hasta que sentimos que ya nos estamos chiflando. Lo cierto es que, suelen ser tantas las variables que se juntan en una situación en particular, o son tan etéreas, que racionalmente somos incapaces de sopesar o calcular cuál puede llegar a ser la mejor opción. Pongamos el caso de: ‘si me debo mudar de ciudad y soy un freelancer diseñador de páginas web… ¿será mejor vivir en Medellín o Guadalajara?’ El cerebro no da para eso. Es imposible obtener una respuesta objetivamente correcta. A decir verdad, tampoco existe el algoritmo de inteligencia artificial que te pueda dar la respuesta correcta a esa pegunta. Lo que ignoramos, sin embargo, es que la evolución de millones de años ya ha tomado cartas en el asunto porque las emociones, en buena medida, fueron diseñadas para eso: para ayudarte a tomar decisiones difíciles.

Aquí viene una teoría medio científica pero que es clave para que entiendas lo que viene: Las emociones se forman como una interpretación de nuestra reacción corporal a un estímulo concreto, y en la medida en que vamos exponiéndonos en la vida a más situaciones similares, la emoción con la cual asociamos ese estímulo (llamada ‘impronta’) se va alimentando y ‘perfeccionando’, y va quedando grabada en el subconsciente. Hasta que, de manera instintiva, una vez te expones a una situación similar, podrás ‘sentir’ el pronóstico que te sugiere la emoción moldeada y grabada; todo inconscientemente, o sea, sin que racionalmente puedas procesar información cuantificable. Las emociones son entonces un mecanismo para premiar o castigar los comportamientos. Si un comportamiento conduce a una emoción negativa, podemos reentrenarnos y evitar ese comportamiento en el futuro.

3. Entonces, la llave está en aprender a comprender nuestras emociones y lo que percibimos. Y aquí te digo cómo.
En realidad, la idea es cultivar la capacidad de percibir tus sentidos interoreceptivos, es decir, las señales conscientes e inconscientes que tu cuerpo le envía al cerebro acerca de lo que pasa en el ambiente. Esto es importante porque entre mejor leamos lo que nuestro cuerpo realmente percibe, sin que seamos presa de las emociones que la interpretan, mejores decisiones tomaremos. En pocas palabras, quiere decir que debemos evitar ser presa de nuestras emociones porque muchas veces son etiquetas viciadas de los estímulos por los que nuestros cuerpos reaccionan; en su lugar, debemos aprender a percibir los estímulos de la manera más limpia posible, sin el sesgo emocional.

Por ejemplo, podrías observar la necesidad de darle una retroalimentación difícil a un amigo, pero evitas hacerlo porque sientes ansiedad. Es posible que esa ansiedad se instaló en ti por ocasiones previas en las cuales ofreciste retroalimentación a personas que no reaccionaron positivamente. El problema es que si no identificas la causa de la ansiedad, si no estás consciente de ella, te convencerás de lo inapropiado que puede resultar darle la retroalimentación a tu amigo, cuando en realidad, es lo correcto; incluso, sabes (en el fondo) que es lo correcto.

La buena noticia es que puedes entrenarte para estar consciente de tus emociones y de lo que percibe tu cuerpo y cerebro para tomar mejores decisiones. Y se puede porque funciona como un músculo y se logra haciéndonos más conscientes de lo que somos, de lo que sentimos y de lo que ocurre a nuestro alrededor. Aquí unos tips:

Respiración consciente: Comienza practicando la respiración consciente. Encuentra un espacio tranquilo y cómodo, cierra los ojos y concéntrate en tu respiración. Presta atención a las sensaciones del aire que entra y sale de tu cuerpo. Este ejercicio te ayudará a conectar con las sutiles señales que tu cuerpo envía en cada respiración.

Meditación de escaneo corporal: Realiza regularmente una meditación de escaneo corporal. Comienza en la parte superior de tu cabeza y mueve lentamente tu atención hacia abajo por todo tu cuerpo. Presta atención a cualquier sensación, tensión o malestar que puedas sentir en cada parte de tu cuerpo. Esta práctica aumentará tu conciencia de tu estado físico.

Por ejemplo, si estás leyendo esto en un iPhone, es posible que estés encorvado con la espalda redondeada. Escanea brevemente tu parte superior del cuerpo para ver si hay puntos de tensión. Por ahora, no intentes cambiar nada, simplemente observa. ¿Cómo se siente tu cabeza apoyada en tu cuello? ¿Cómo se sienten tu mandíbula, cara y ojos? Quizás hay alguna sensación detrás de los ojos. ¿Puedes sentir tu respiración y notar su forma, y cómo sube y baja?

Conciencia emocional: A lo largo del día, tómate un momento para revisar tus emociones. Observa cómo se sienten las diferentes emociones en tu cuerpo. Por ejemplo, la ansiedad puede manifestarse como una opresión en el pecho, mientras que la felicidad puede hacer que tu corazón se sienta ligero. Identificando estas señales corporales, puedes estar más sintonizado con tus estados emocionales.

Ejercicios regulares de conciencia corporal: Participa en actividades que fomenten la conciencia corporal, como yoga, tai chi u otras prácticas de movimiento consciente. Estas actividades te animan a centrarte en las sensaciones y movimientos de tu cuerpo, profundizando tu conciencia interoceptiva.

Llevar un diario: Lleva un diario para registrar tus experiencias con la interocepción. Escribe sobre las sensaciones y emociones que notas a lo largo del día y reflexiona sobre cómo podrían estar relacionadas.

Desarrollo de un lenguaje interoceptivo: Amplía tu vocabulario interoceptivo. Cuantas más palabras tengas para describir tus experiencias internas, mejor podrás identificarlas y comunicarlas. Palabras como “mariposeo”, “tensión”, “calidez” o “calma” pueden ayudarte a expresar sensaciones específicas.

Observación sin juicio: Aborda esta práctica con una actitud que evite el juicio. Sé abierto y acepta las sensaciones y emociones que surjan sin intentar etiquetarlas como buenas o malas.

Si quieres saber qué tan bien estás en tu capacidad interoreceptiva, puedes completar este test: https://osher.ucsf.edu/sites/osher.ucsf.edu/files/inline-files/MAIA2%202018.05.27.pdf

Está en inglés, pero bien vale la pena.

Al final, el objetivo es que te sintonices mejor con tu cuerpo, lo que te permitirá ‘sentir’ mejor la decisión que debes tomar.

Para no alargarnos más, la próxima semana cerraré con el Secreto que considero es la joya de la corona en lo que a tomar decisiones difíciles se refiere.

¡Con toda y buen finde!

 

FUENTES:
1. Miller, Jonny; The Best Decision-Making Is Emotional; Every. https://every.to/p/the-best-decision-making-is-emotional
2. Barden, Phil; All You Need Is Emotion. Really? NMSBA. https://nmsba.com/news/669-all-you-need-is-emotion.-really
3. Bonabeau, Eric; Don’t Trust Your Gut. Harvard Business Review. https://hbr.org/2003/05/dont-trust-your-gut
4. Miller, Jonny; The Art and Science of Interoception; Every. https://every.to/superorganizers/the-art-and-science-of-interoception