La Neurociencia De La Gratitud Y Por Qué Practicarla Cambiará Tu Vida

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La Neurociencia De La Gratitud Y Por Qué Practicarla Cambiará Tu Vida
La gratitud es una práctica sencilla que, a diferencia de lo que muchos pueden creer, no es sólo para el depresivo, para el ansioso o para que está en serios problemas. Es una práctica para desempeñarte mejor en tu vida porque te llena de fuerza y motivación. Si hoy no la practicas, te invito a hacerlo. ¿Cómo? Bueno… este no es el artículo para eso. Al menos no hoy porque ¡hoy lo que quiero es que veas cuán importante es para tu vida!

  • Gratitud, cerebro y neurotransmisores. Los estudios han demostrado que, a nivel cerebral, los juicios morales que involucran sentimientos de agradecimiento se desencadenan en la corteza temporal anterior derecha (Zahn et al., 2009).

  •  Las personas que expresan y sienten gratitud tienen un mayor volumen de materia gris en el giro temporal inferior derecho (Zahn et al., 2014).

  • La gratitud es un “antidepresivo natural”. Los efectos de la gratitud, cuando se practican diariamente, pueden ser casi iguales a los de los medicamentos. Produce una sensación de felicidad duradera, cuya base fisiológica se encuentra a nivel de los neurotransmisores.

  • Cuando expresamos gratitud y la recibimos, nuestro cerebro libera dopamina y serotonina, los dos neurotransmisores cruciales responsables de nuestras emociones, y nos hacen sentir “bien”. Mejoran nuestro estado de ánimo de inmediato, haciéndonos sentir felices desde adentro.

  •  Al practicar conscientemente la gratitud todos los días, podemos ayudar a que estas vías neurales se fortalezcan y, en última instancia, crear una naturaleza agradecida y positiva de manera permanente en nosotros mismos.

  • Sentir gratitud y apreciar a los demás cuando hacen algo bueno por nosotros activa las “buenas” hormonas y regula el funcionamiento efectivo del sistema inmunológico.

  • La gratitud remueve emociones tóxicas. El sistema límbico es la parte del cerebro responsable de todas las experiencias emocionales, y en él están el tálamo, hipotálamo, amígdala, hipocampo y circunvolución cingulada. Los estudios han demostrado que el hipocampo y la amígdala, los dos sitios principales que regulan las emociones, la memoria y el funcionamiento corporal, se activan con los sentimientos de gratitud.

    Un estudio realizado en personas que buscaban orientación en salud mental reveló que los participantes del grupo que escribían cartas de agradecimiento, además de sus sesiones regulares de asesoramiento, se sentían mejor y se recuperaban más rápido (Wong et al., 2018).

    El otro grupo en el estudio que se les pidió que registraran sus experiencias negativas en lugar de escribir cartas de gratitud informaron sentir ansiedad y depresión.

  •  La gratitud y nuestra vida social: Los psicólogos sociales creen que está entrelazada con la percepción de lo que hemos hecho por los demás y lo que los demás han hecho por nosotros (Emmons y McNamara, 2006). Según ellos, la gratitud es una emoción que apunta directamente a construir y sostener vínculos sociales (Algoe, Haidt y Gable, 2008) y refuerza respuestas prosociales en el futuro (McCullough, Kimeldorf y Cohen, 2008).

  • La gratitud reduce el dolor: Un estudio realizado para evaluar el efecto de la gratitud en el bienestar físico, indicó que el 16% de los pacientes que mantenían un diario de gratitud informaron síntomas de dolor reducidos y estaban más dispuestos a hacer ejercicio y cooperar con el procedimiento de tratamiento. Un análisis más profundo sobre la causa reveló que al regular el nivel de dopamina, la gratitud nos llena de más vitalidad, reduciendo así los sentimientos subjetivos de dolor.

  • La gratitud mejora la calidad del sueño: Los estudios han demostrado que recibir y mostrar simples actos de amabilidad activa el hipotálamo y regula todos los mecanismos corporales controlados por el hipotálamo, siendo el sueño uno vital.

    La regulación hipotalámica desencadenada por la gratitud nos ayuda a tener un sueño más profundo y saludable naturalmente todos los días. Un cerebro lleno de gratitud y amabilidad es más propenso a dormir mejor y despertarse sintiéndose renovado y lleno de energía cada mañana (Zahn et al., 2009).

  • La gratitud ayuda en la regulación del estrés: McCraty y colegas (McCraty y Childre, 2004), en uno de sus estudios sobre gratitud y aprecio, encontraron que los participantes que se sentían agradecidos mostraban una reducción marcada en el nivel de cortisol, la hormona del estrés. Tenían un mejor funcionamiento cardíaco y eran más resistentes a contratiempos emocionales y experiencias negativas.

    Estudios significativos a lo largo de los años han establecido el hecho de que practicando la gratitud podemos manejar el estrés mejor que otros. Al simplemente reconocer y apreciar las pequeñas cosas de la vida, podemos reconfigurar el cerebro para enfrentar las circunstancias actuales con más conciencia y una percepción más amplia.

    ¡Ya saben entonces los emprendedores y los gerentes lo que necesitan para soportar esas situaciones hiper desafiantes que vivimos hoy!

  • La gratitud reduce la ansiedad y la depresión: Al reducir las hormonas del estrés y manejar las funciones del sistema nervioso autónomo, la gratitud reduce significativamente los síntomas de depresión y ansiedad. A nivel neuroquímico, los sentimientos de gratitud están asociados con un aumento en la modulación neural de la corteza prefrontal, el sitio cerebral responsable de gestionar emociones negativas como la culpa, la vergüenza y la violencia.

    Como resultado, las personas que mantienen un diario de gratitud o utilizan expresiones verbales para lo mismo, son más empáticas y positivas por naturaleza.

    Cuando damos y recibimos notas de agradecimiento, nuestro cerebro se redirige automáticamente para prestar atención a lo que tenemos, generando motivación intrínseca y una fuerte conciencia del presente. Además, a nivel neuroquímico, la gratitud actúa como un catalizador para neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la norepinefrina, aquellos que gestionan nuestras emociones, la ansiedad y las respuestas inmediatas al estrés.
  •  La Relación Entre la Resiliencia y la Gratitud: La gratitud fomenta mecanismos adaptativos de afrontamiento. Al gestionar emociones positivas como la satisfacción, la felicidad y el placer, la gratitud mejora nuestra resiliencia emocional y construye nuestra fuerza interna para combatir el estrés (Gloria y Steinhardt, 2016).

    Los psicólogos Shai Davidai y Thomas Gilovich, en uno de sus trabajos titulado ‘Headwinds/Tailwinds Asymmetry: An Availability Bias in Assessments of Barriers and Blessings’ (2016), mencionaron que tendemos a centrarnos más en los obstáculos y dificultades de la vida porque exigen alguna acción. Tenemos que luchar y superarlos para recuperar el flujo normal de la vida.

    La cosa es que olvidamos prestar atención a las cosas mejores de la vida porque ya están “allí” y no tenemos que hacer nada para que se queden con nosotros. Practicar la gratitud, según Gilovich, es la mejor manera de recordarnos las cosas que nos dan el coraje para seguir adelante en la vida.

    Pero resulta que hay estudios que asocian la gratitud con la resiliencia. Un estudio transversal publicado en el International Journal of Social Psychiatry encontró una fuerte correlación positiva entre la gratitud, la resiliencia y los sentimientos de felicidad (McCanlies, Gu, Andrew y Violanti, 2018).

    El estudio se llevó a cabo en una gran muestra de la población adulta y el tratamiento estadístico mostró que los participantes que se sentían más agradecidos y practicaban la escritura de un diario de gratitud eran más felices y emocionalmente más fuertes que los demás (McCanlies, Gu, Andrew y Violanti, 2018).

    Una extensión del estudio en pacientes depresivos mostró que aquellos que practicaban ejercicios de gratitud se recuperaban pronto y se sentían más motivados para superar su angustia.

Muchos psicólogos creen que la resiliencia emocional es una interacción de cinco componentes (McCullough y Witvliet, 2002):

– Competencia social: La capacidad de destacar entre los demás y el deseo de ganar una situación.
– Resolución de problemas: La capacidad de centrarse en soluciones y actuar proactivamente sobre ellas.
– Autonomía: La motivación para ejercer la libertad y pedirla cuando sea necesario.
– Perdón: El poder interno de dejar ir algo y seguir adelante.
– Empatía: La fuerza para sentir a los demás y mirar el asunto desde su punto de vista.

La investigación moderna indica que hay un sexto componente para la resiliencia emocional: la gratitud. La gratitud construye resiliencia emocional al:

– Ayudarnos a ver las cosas positivas de la vida.
– Combatir las rumiaciones negativas y reconstruir pensamientos pesimistas con optimistas.
– Mantenernos centrados y aceptar la situación presente, incluso si es una realidad difícil.
– Identificar y enfocarse solo en soluciones.
– Mantener una buena salud regulando nuestro funcionamiento metabólico y controlando los desequilibrios hormonales.
– Sostener relaciones y apreciar a las personas que están ahí para nosotros. Como resultado, nos sentimos más amados, cuidados y con más esperanza.

Creo que queda clarísima la enorme importancia de la gratitud y por qué debemos incorporarla en nuestras vidas desde pequeños. ¡Así que anímate incluso a que tus hijos la practiquen porque desde niños construye una mejor adultez!

TOMADO DE:
Madhuleena Roy Chowdhury, BA. The Neuroscience of Gratitude and Effects on the Brain. Positive Pshychology. Apr, 2019. https://positivepsychology.com/neuroscience-of-gratitude/#:~:text=When%20we%20express%20gratitude%20and,feel%20happy%20from%20the%20inside.