FENG SHUI MARKETING

¿Qué es y cómo se aplica?

Gracias a Daniel Kahneman (un premio Nobel en economía) y a otros investigadores sabemos que las personas tenemos más probabilidad de tomar una decisión cuando el beneficio que pensamos que esta nos entregará, o los elementos que la componen, están más cercanamente conectados (neuronalmente) con el deseo que queremos satisfacer. Por ejemplo, si durante una noche de viernes tengo una cita con una persona que me gusta, y voy al supermercado a comprar una cerveza, tendré mucha más probabilidad de comprar la que sea de color rojo si es que el rojo es el color que más asocio con enamorar y seducir. En este caso, el rojo es el que neuronalmente está más cercano a mi deseo de enamorar. Es un ejemplo simple que desconoce otras variables que podrían estar involucradas, pero esa es la idea.

Pues esta es la base científica de nuestro Feng Shui Marketing que, por si te estás preguntando, ¡sí… es una técnica propia nuestra! Inventada por nosotros. Qué tal ¿ah? Sunglasses face outline con relleno sólido

Bueno, a lo que vinimos… ¿qué es el bendito Feng Shui Marketing?

Es la construcción de productos y servicios como experiencias memorables por medio de la utilización científica y orquestada de objetos y elementos sensoriales con el fin de transmitir sensaciones e impulsos inconscientes que modifiquen conductas. Aplica para online y offline.

Ok… me suena. ¿Y cómo lo hago?

Todo parte de los deseos profundos de nuestro Secreto # 4 (estrategia de posicionamiento). El proceso es como sigue:

  1. Identificas el o los pocos deseos profundos que definirán tu estrategia.

  2. Identificas cuáles son los elementos sensoriales que el mercado más asocia con esos deseos profundos: olores, sabores, sonidos, texturas, colores, formas, objetos, cosas. Por ejemplo, hemos encontrado que la fresa se asocia bien con la felicidad, el helado con el bonding entre personas, el chocolate con el placer y la diversión.

  3. Seleccionas los que más hace sentido integrar a la estrategia y al ritual de uso / compra. (Ya te explicaremos con un ejemplo eso de “hace sentido”).

  4. Los integras al producto o experiencia, siempre pensando en cómo ayudan a complementar la solución que actualmente le das al deseo profundo que tiene el mercado. ¡Así fue como integramos el olor a fresa a un papel higiénico y las ventas aumentaron 44%! (En realidad la razón de integrar olor al papel higiénico tiene bases mucho más sólidas… y tiene que ver con la -aroma-terapia que, también los olores, proveen en el tan deseoso y profundo ritual del baño; todo esto lo descubrimos de análisis del inconsciente).

  5. Utilizas dichos elementos sensoriales en las acciones y tácticas. Por ejemplo, nuestro cliente utilizó el olor a fresa en los puntos de venta para desplegar ahí su posicionamiento sensorial. De hecho, obsequió geles para manos con olor fresa, y hasta fresas reales. Pero ahí no terminó todo. También se crearon experiencias divertidas ya que bajo ese concepto se quería posicionar la marca, de manera que en fechas especiales los clientes jugaban bolos dentro del supermercado, a los aros, o incluso resolvían retos entretenidos con el fin de ganar beneficios. Nuestro estudio encontró que todas esas actividades están mentalmente muy conectadas con el deseo profundo de la diversión, y por eso fueron usadas.

Sin embargo, queremos enfatizar en la experiencia, porque el Feng Shui se refiere a utilizar los objetos y los elementos que estimulan los sentidos en pro de experiencias que transformen nuestras emociones, sentimientos y pensamientos con el fin de que modificar conductas. De manera que no es sólo un tema táctico, sino profundamente estratégico. Y eso es lo que logra este secreto. Crear experiencias transformadoras, científicamente construidas, siempre encaminadas a que el cliente perciba y sienta que está obteniendo el beneficio emocional, inconsciente y funcional que desea por medio de la experiencia de uso del producto o servicio.

Una de las ideas primordiales de este concepto es utilizar elementos que, dada la forma en que se ubican, se acompañan o se utilizan, configuren metáforas que mentalmente el mercado asocie fácilmente con lo que pretende vender el producto o servicio. Un ejemplo simple: Si quieres hacer de tu tienda un lugar en el que se respire tranquilidad, frescura, relajación, y algo de naturaleza, entonces los grifos de agua en el baño bien podrían ser tipo cascada: 

Pero este es sólo un elemento; lo ideal es que un cúmulo robusto de elementos terminen construyendo la experiencia transformadora bajo un concepto experiencial / temático.

Así fue como ayudamos a una tienda dermatológica a que escalara su ritmo de crecimiento X4. Primero, integramos en las tiendas nuevos servicios que responden a las necesidades emocionales que son derivadas de la piel. Lo vimos necesario porque los servicios que a ese momento estaban eran limitantes y desaprovechaban todo lo que las mujeres querían entorno al cuidado, mantenimiento y embellecimiento de la piel. Luego se integraron múltiples elementos sensoriales en la experiencia de la tienda para impulsar la razón de ser de cada uno de los servicios que ahora se tenían. Esos elementos sensoriales hicieron que la experiencia fuera mucho más rica y potente: múltiples elementos de la naturaleza, tonalidades de verdes, piedras en equilibrio, el agua y su dinamismo y sonidos, el cuero, velas, olores a canela, el brillo y la belleza del dorado y el plateado, formas piramidales… y mucho más. Todo un conjunto que terminó configurando una experiencia revolucionaria para cualquiera que antes visitara un lugar para simplemente comprar una crema o producto para sanar su piel. 

¡TIP!

Nosotros siempre le recomendamos al estratega que piense que su Buyer o User persona es un neandertal y no un Homo Sapiens. La razón es sencilla: los humanos somos mucho más animales de lo que usualmente queremos creer. Suponemos tener una racionalidad suprema, una inteligencia superior, pero lo que en realidad tenemos de superior son nuestros instintos animales, nuestras emociones básicas… y que muchísimas especies tienen también. Piénsalo: a un simple mosquito le atrae unos colores y olores específicos, le repelen otros. A un niño (y a los adultos) también: se le torna irresistible una pantalla con colores y movimiento y odia los olores fuertes. A un perro le chorrean las babas por comida. A nosotros también… y si es un helado, más aún. Un gato, una gallina o casi cualquier mamífero reacciona con fuerte agresividad si otro animal ataca a sus hijos. ¡Nosotros también! Obvio, ¿cierto? Es obvio, pero al parecer se nos olvida cuando pensamos en nuestras estrategias. La verdad es que reaccionamos biológicamente a los estímulos sensoriales, tanto como cualquier otro animal y ¡pues que hay que aprovecharlo a nuestro favor! Si no olvidas nuestra animalidad, podrás estar consciente de la importancia de llenar de estímulos sensoriales la experiencia de compra, uso, consumo de tu producto o servicio. La próxima vez que definas a tu Buyer / User persona, ponle de título “Neandertal”.